Nayra Qata Juan Boyan Guarachi

Juan Boyan Guarachi

Nayra Qata

Ser los primeros

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En el caos que es Bolivia, no es fácil para nosotros los extranjeros conectarnos con los caficultores. La política, la cultura, las relaciones de poder, las relaciones humanas y el duro entorno natural se entrelazan, arrastrándonos cada vez más al caos. Todos conocen a AGRICAFE, el conocido caficultor de Bolivia, pero los demás caficultores permanecen en una caja negra.

El Sr. Juan es una persona clave para desbloquear esa caja negra. Se jubiló de AGRICAFE —donde trabajó durante muchos años—, montó una planta de beneficio seco de café en La Paz el año pasado, y empezó a trabajar procesando el café de los pequeños caficultores.

La ambición de Juan es iluminar a los pequeños caficultores de Bolivia que aún no tienen nombre y darlos a conocer al mundo. Muchos de ellos llevan su café a la planta de beneficio seco de Juan. Él puede ver correctamente la calidad, procesarlo adecuadamente, gestionar los lotes y entregarlo a los mercados de café de todo el mundo. Además, desde el punto de vista de los tostadores, Juan es el único punto de contacto con los pequeños caficultores de Bolivia que nadie conoce todavía.

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Nayra Qata significa en aymara (un idioma de Sudamérica) “Ser el primero”.

Viajamos con Juan por la zona de Caranavi. Nunca olvidaré la noche en que caté tazas de café en un hotel de Caranavi. Todos estábamos agotados, pero Juan, casi sin decir nada, preparó las tazas. La catación continuó hasta las 11 de la noche.

Aunque de contextura grande y temperamento tranquilo, hay momentos en que la mirada de Juan se pone intensa cuando habla de su trabajo. Lo escuchamos mientras caminábamos por la planta.

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Cómo conoce a don Pedro

Como mi familia era pobre, tuve que trabajar desde muy joven, y a los 16 años empecé a trabajar en una fábrica transportando granos de café verde. Sólo era un trabajo de transporte de cargas, pero trabajaba más duro que cualquiera. Siempre me ha gustado hacer mi trabajo a la perfección. Con el tiempo fui ascendido a director de planta y se me encomendó la responsabilidad del tostado y el mantenimiento de la maquinaria.

Unos años después de empezar a trabajar, un caficultor vino a procesar su café. Miró como trabajaba y me dijo: “¿Quieres ser un portero del circo o quieres ser el entrenador de leones?”. En otras palabras, me estaba diciendo: “Tú debes hacer un trabajo que implique más responsabilidad. Trabaja conmigo”. Era don Pedro, el actual dueño de AGRICAFE. Decidí dejar la fábrica y trabajar con don Pedro. Era el año 1999. Yo tenía 19 años.

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El primer lugar donde trabajé con don Pedro no fue uno de los mejores ambientes que digamos. Era una antigua fábrica donde el almacén estaba en el primer piso y la procesadora en el segundo, y había que estar subiendo y bajando los granos de café.

En el segundo año, el río cercano a la fábrica se desbordó, inundando el almacén del primer piso; la empresa entró en crisis. Don Pedro tuvo que despedir a los demás empleados y solo yo me quedé. Don Pedro me dijo: “El próximo año será mi último reto. Si no logro reconstruir la empresa, buscaré otro trabajo. Tú también, mejor busca otro trabajo”.

Don Pedro y yo encontramos una nueva planta y empezamos a trabajar. Le pedí a don Pedro que me dejara hacer más tipos de trabajo y comencé a hacer control de inventario por las mañanas y trabajo de oficina por las tardes. Como resultado de nuestro esfuerzo, las ventas de la empresa se fueron recuperando.

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Don Pedro y yo nos entendíamos perfectamente. Yo era el que mejor entendía sus pensamientos y sus actos. Don Pedro era muy detallista, pero cuando me pedía, por ejemplo, que “limpiara tal cosa”, yo lograba hacerlo perfectamente a su gusto.

Hay un episodio que demuestra la forma de ser de don Pedro. Un día me dio una crema de afeitar, diciendo que no la usaba y que me la regalaba. Mi aspecto no se veía limpio y me estaba diciendo modestamente que me afeitara. Es una persona bien considerada.

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Cómo se independizó

Desde hace unos ocho años ya pensaba en independizarme. AGRICAFE empezó a manejar cada vez más especialidades de café, y en ese momento gestionaba más de mil microlotes. Con esa experiencia, comencé a querer procesar los granos de café de pequeños caficultores desconocidos y presentarlos al mundo. Otra razón es que los hijos e hijas de don Pedro empezaron a participar en la administración de la empresa y el ambiente cambió.

Un día me dijeron si podía vender la máquina de procesar a alguien porque iban a comprar una nueva, y decidí comprarla yo, con vistas a iniciar mi propio negocio.

Cuando renuncié a AGRICAFE, don Pedro no quiso recibir mi carta de renuncia. Me pidió que no renunciara. Fue muy triste dejar la empresa para la que había trabajado 22 años. Hubo momentos en que pensé quedarme, pero ya había comprado la máquina y no había marcha atrás. Dejé mi trabajo luego de organizar mi reemplazo, y comencé mi nueva fábrica el 1.º de abril del 2019.

Este último año y medio ha sido muy duro. Hubo momentos en los que quise regresar a AGRICAFE. Empecé completamente solo, así que cuando reparaba la máquina en un lugar alto y se caía un tornillo, no había nadie que me lo recogiera. Me sentí solo en esos momentos insignificantes. Una vez me arrodillé en un almacén vacío y recé a Dios. Me las arreglé para seguir adelante con mi esposa, animándonos mutuamente. Por ejemplo, para ponerle cemento a esto (el lugar donde lo estaba entrevistando), usé el dinero que había guardado para comprar un auto. Estoy muy agradecido con mi esposa.

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Sobre el futuro

Muchos caficultores que oyen de mí traen su café a mi planta. A veces vienen caficultores tan pobres que no puedo dejar de comprarles yo mismo su café, aunque no sea destinado para que yo lo compre de mi bolsillo. Queremos hacer el mejor procesado posible para los caficultores que nos traen su café, y así proporcionar a los tostadores un gran café.

Queremos ser el lugar donde los caficultores bolivianos sepan que si traen su café, pueden obtener un excelente procesado y venderlo al mundo.

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