El café como herramienta para dar igualdad de oportunidades a muchas personas

Ernest Andrews

Ernest Andrews se incorporó a TYPICA como community manager del equipo de Europa en enero de 2022. Es de Sudáfrica y, después de trabajar como piloto de helicópteros, comenzó su carrera en la industria del café como barista a la edad de 20 años. Desde entonces, durante más de 10 años, ha trabajado con el café en cada punto de la cadena de suministro, desde el abastecimiento de granos de café verde hasta el control de calidad, el tostado y el barismo.

“Quiero ser un puente entre los productores y los consumidores a través del comercio directo del café de especialidad”. Con tales aspiraciones en su corazón, para Ernest —quien también ha administrado una cafetería de tostaduría casera— TYPICA significó un nuevo espacio en el cual perseguir sus sueños nuevamente.

Han pasado 1 año y 3 meses desde que se unió a TYPICA. El panorama que ha encontrado al final de sus conflictos internos refleja un futuro brillante en su mirada.

Algo que no pueda construir solo

2 de septiembre de 2019. A sus 30 años, Ernest estaba en el clímax de su vida. Al día siguiente de contraer matrimonio, abrió una cafetería de tostaduría casera junto a su esposa, negocio que significaba la culminación de su carrera.

Esta cafetería, que vendía café de especialidad de alta calidad directamente de los caficultores, llamaba la atención en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, un país que es mayoritariamente consumidor de café instantáneo. La participación en el mercado del café de especialidad era inferior al 1%, y el café por goteo preparado con grano molido no era reconocido por casi nadie. 

No obstante, el negocio arrancó con buen pie. En poco tiempo fue nominado al premio nacional Best New Roastery y, además, ganó el contrato para servir cafés en el evento de carrera de yates más grande del mundo que se realizó por primera vez en el país.

La reacción fue excelente al proveer su café en este evento de prueba. Tanto, que el propietario de la empresa anfitriona les pidió directamente que sirviesen su café en todas las carreras de la serie que se celebrarían en todo el mundo. 

—Si subo esta escalera que se presenta frente a mí, tendré un futuro lleno de esperanza asegurado; se dijo. Ernest compartió con su esposa la alegría de saber que diez años de arduo trabajo habían sido recompensados al recibir esta noticia que lo hizo sentir tan seguro. 

Sin embargo, la vida nos da sorpresas: en diciembre de 2019, dos semanas después de haber cerrado el contrato, recibió un mensaje de chat en el que le decían que se había encontrado un nuevo virus en Italia, país en donde se celebrarían más de la mitad de las carreras. Cabía la posibilidad de que el torneo programado para Ciudad del Cabo tuviera que cancelarse.

—A estas alturas, esto no es posible; pensó. El ultimátum de cancelar el evento empujó al abismo de la desesperación a Ernest, quien incapaz de digerir su incontenible ira no sabía qué hacer.

En marzo de 2020, el gobierno sudafricano anunció una medida nacional de contingencia ante desastres tras el brote del desconocido nuevo coronavirus. Con las medidas como confinamientos y restricciones de movimiento que se estaban tomando, no había más remedio que mirar hacia adelante y hacer lo que se pudiera. Hizo todo lo que estaba a su alcance para mantener el local a flote, pero fue imposible. Ernest se vio obligado de nuevo a trabajar para una empresa.

Sin embargo, parecía poco probable que en esa empresa, que no comerciaba con cafés de especialidad, pudiera trabajar para crear un futuro sostenible. Por otro lado, ninguna empresa lo contrataría a sus 30 años estando en la cima de su carrera. Sin saber qué hacer, la crisis de la mediana edad combinada con el futuro incierto de la crisis del covid-19 le fueron robando a Ernest la tranquilidad.

Tratando de ahogar la ansiedad que lo abrumaba, un buen día, Ernest envió su solicitud a 12 ofertas de trabajo en una sola noche. Por supuesto, no las elegía al azar, sino que solo postuló a las empresas en las que podía aprovechar al máximo su carrera. Mandó solicitudes por toda Europa, América, Australia, Japón… Mientras se le iban acabando las opciones dentro del país, el mundo entero se iba convirtiendo en una posibilidad.

Una de las 12 empresas fue TYPICA —originaria de Japón— con sede en Ámsterdam. Tan pronto como vio su página web, pudo entender claramente la filosofía de la empresa y el mundo que tenía como objetivo. Totalmente emocionado, con el apoyo de su esposa, Ernest se pasó de tres a cuatro horas reescribiendo su CV a la medida de TYPICA, para aprovechar esta codiciada oportunidad.

“Pero, para ser honesto, no estaba realmente interesado en el puesto de community manager que TYPICA estaba buscando, porque no creía que el trabajo de vender granos de café verde a los tostadores fuera adecuado para mí”.

Pero Ernest lo pensó bien: “Simpatizo profundamente con la visión de la empresa, por lo que no creo que haya otra oportunidad como esta. Quiero trabajar aquí, da igual el trabajo que sea. Si consigo obtener buenos resultados en la posición que me den, luego podré conseguir el puesto que realmente me guste y, de esta manera, podré hacer los cambios que quiera”.

Hay un acontecimiento que le impresionó mucho a Ernest al cabo de empezar a trabajar. Él le presentó a TYPICA a su viejo amigo Emmanuel, el fundador de Baho Coffee en Ruanda. Después de distribuir sus granos de café verde en la plataforma en línea de TYPICA, registró ventas récord en Europa.

“Este es un volumen que Ernest no podría haber comprado cuando dirigía su cafetería tostadora en Sudáfrica. Su voluntad de querer ayudar a Emmanuel a crecer como curador y de ayudar a los pequeños productores de Ruanda era la misma, pero los resultados que había obtenido eran incomparables. Pasar a formar parte de la comunidad TYPICA ha tenido un gran impacto en toda la comunidad que Emmanuel está empoderando”.

“Siempre había pensado que mi rol era hacer de puente entre productores y tostadores, pero tuve que admitir que no habría podido hacerlo solo. TYPICA es la empresa que ha hecho realidad mi pequeño sueño”.

¿Qué es la igualdad?

“Quiero ayudar a la gente”. Esta voluntad que habita en el corazón de Ernest la heredó de su padre, dentista que falleció en el año 2008, y de su madre, enfermera retirada. 

Ernest nació y se crio en una pequeña aldea del este de Sudáfrica llamada Eshowe, cuya población es de 10,000 habitantes. Muchos de los residentes de la aldea eran zulúes que habían sido discriminados simplemente por tener la piel oscura.

Sudáfrica estuvo bajo el apartheid desde 1948. El apartheid era una política de segregación racial en la que alrededor del 20% de la clase dominante blanca discriminaba a los no blancos y dividía y controlaba a las personas según su raza.

Se establecieron áreas residenciales para cada raza, y los negros particularmente fueron reubicados a la fuerza en lugares más inconvenientes. A los no blancos ni siquiera se les permitió votar, y las instalaciones públicas como restaurantes, trenes y baños públicos se separaron para uso de blancos y no blancos. Esta política se ha transmitido en países de todo el mundo como una lección a no seguir en la historia de la humanidad.

El apartheid fue abolido en 1994, cuando Nelson Mandela se convirtió en el primer presidente negro del país. En poco tiempo, se introdujo la democracia y se dieron oportunidades educativas a los no blancos. Poco a poco, la sociedad fue evolucionando hacia un porvenir más luminoso. Se trata de una época de la que Ernest apenas puede recordar.

“Pero es una situación que no cambia tan fácilmente. Ellos, que todavía eran socialmente vulnerables, no tenían suficientes ingresos para comprar mejores autos, comer mejor o vivir en casas más grandes”.

En ese contexto, el padre de Ernest abrió una clínica dental en la aldea. Su padre, que comprendía los problemas estructurales a los que se enfrentaba la sociedad sudafricana, instaló dos salas de espera (sala A y sala B, en lo sucesivo) en la clínica. Se diseñaron con entradas separadas: la sala A, para los adinerados, y la Sala B, para los que no tenían suficiente dinero.

Para que las diferencias fueran evidentes, en la sala A había mejor mobiliario que en la B, pero en ambas había agua, café y té de manera igualitaria. Como buen profesional, su padre ofrecía un tratamiento totalmente igual tanto para los banqueros y abogados de la sala A que para los empleados de limpieza y trabajadores de las fincas que esperaban en la sala B. 

No obstante, el sistema de pago estaba dividido: a los pacientes de la sala B solo les cobraba la quinta parte de lo que les cobraba a los de la A, quienes pagaban menos por estar afiliados a seguros médicos. Su padre optaba por ayudar a la gente, aunque esto significara recibir menos ingresos. 

“Una visión actual diría que esto es injusto y que debería haber cobrado a todos por igual. Pero para mi padre; quien conocía bien la historia, situación y vida de estas personas, establecer estas diferencias claras era la verdadera igualdad. En otras palabras, proporcionó igualdad de oportunidades para que todas las personas recibieran atención médica. Mi objetivo es llegar a ser como mi padre”.

Además, cuando sus hijos, incluido Ernest, necesitaban tratamiento, siempre los llevaban a la sala de espera que estaba disponible. Nunca recibieron un trato especial solo por ser los hijos del dentista.

En cierto modo, su padre y su madre, quienes influyeron en la vida de las personas de una manera clara, eran diametralmente opuestos. “Mi madre, que era enfermera, era el tipo de persona que, si el suelo estaba mojado, se tumbaba boca abajo para que nosotros caminásemos sobre su espalda y no nos mojáramos los pies”, recuerda Ernest.

“De joven, mi familia y yo hicimos un viaje de dos meses acampando por el continente africano. Durante ese tiempo, mi madre se despertaba a las 4 a. m. todas las mañanas, empacaba el auto, preparaba refrigerios y rellenaba todos los papeles para los trámites de inmigración. Por las noches de igual manera, nos ayudaba a armar nuestras carpas y cocinaba para nosotros dejando de hacer sus propias cosas. Lo sorprendente de ella es que hacía todo esto con una sonrisa en el rostro. Gracias a su arduo trabajo diario, se nos aseguraron las mejores vacaciones de nuestras vidas”.

 El privilegio conlleva responsabilidad

Al poco tiempo de incorporarse a TYPICA, los malos presentimientos de Ernest acertaron. El contenido de su trabajo no coincidía con su campo de especialización y pasó días angustiado porque no podía producir los resultados que la empresa esperaba de él. Sentía la presión de tener que vender los granos de café verde a los tostadores y el fuerte deseo de no querer romper las relaciones con los mismos. Ernest se sentía partido por estas dos emociones e incapaz de tomar una decisión. 

“La principal razón de mi fracaso para lograr resultados, fue la diferencia en las metodologías para alcanzar la sostenibilidad. Hasta entonces, pensaba que los intermediarios no deberían obtener ganancias conectando a tostadores y productores. Estaba convencido de que la sostenibilidad no se podía lograr en los negocios”.

“Sin embargo, Masa (Goto, representante de TYPICA) me dijo: la verdadera sustentabilidad no se puede alcanzar sin obtener ganancias. Patagonia, que ha seguido existiendo y desarrollándose como empresa durante 50 años con la misión de ‘gestionar negocios para salvar nuestro planeta natal’, lo ha demostrado”.

Con respecto a Ernest, Goto señala: él necesitaba desaprender (proceso de borrar lo aprendido).

“Masa a menudo usa la expresión ‘dimensión absoluta’, pero es muy difícil para todos entender y practicar esa mentalidad. Sin embargo, el camino para llegar allí es claramente visible. Se trata de no dudar nunca de la idea de que el futuro siempre irá en buena dirección. Ni la meta de comercializar el 33% de granos Arábica a través de la plataforma TYPICA para el 2030 ni la visión de salvar de la pobreza a 200,000 pequeños productores forman parte de un futuro que queramos alcanzar, sino que son un hecho que definitivamente se hará realidad”. 

“Baho Coffee fue lo que me hizo creer que podía hacerse realidad. Ellos (los productores) toman la iniciativa de emplear el sistema de TYPICA, y los tostadores también toman la iniciativa de comprar a un precio justo. El hecho de que tanto los tostadores como los productores creyeran en TYPICA y produjeran resultados sin precedentes, es la mejor prueba de esto”.

A los 19, Ernest se convirtió en piloto de helicóptero para ayudar a los demás, aunque eso significara arriesgar su propia vida. Un corazón compasivo para ayudar a los necesitados, y la capacidad técnica para resolver problemas con sistemas y habilidades. Ernest se dio cuenta de que TYPICA era el lugar donde entrelazaría y puliría estas dos capacidades heredadas de sus padres.

“Lo que queremos lograr con TYPICA en el futuro es brindarles a todos los productores la oportunidad de aprender a vender café y a administrar sus fuentes. Porque mi papel en la vida es hacer saber a las personas de países y regiones desfavorecidas que existe la posibilidad de salir de su situación actual”.

“Si podemos aumentar el volumen de distribución de cafés de especialidad a través de la plataforma de TYPICA, creo que podemos aliviar la carga de las personas que están estancadas en su situación vital o sufren de hambre. Para mí, el café es la mejor herramienta para brindar igualdad de oportunidades a las personas”.

“Si los que están en el lado privilegiado no sacrifican un poco de sí mismos para dar oportunidades a tantas personas como sea posible, tendremos un futuro sombrío por delante. Quiero hacer todo lo que esté a mi alcance para evitar que eso suceda”.

Texto:Tatsuya Nakamichi