COFFEE COUNTY Takaaki Mori

COFFEE COUNTY

Takaaki Mori

Con el peso de la responsabilidad de una misión, para que no acabe como algo transitorio.

COFFEE COUNTY es un establecimiento de café tostado casero, que cuenta con 3 locales en Fukuoka. Takaaki Mori, quien abrió el local en 2013, todavía tiene grabados los recuerdos de su estancia en aquella granja en Nicaragua durante unos tres meses, en los que sudó con los lugareños antes de comenzar su negocio.

Mori, quien ha construido relaciones vivas con los caficultores visitando múltiples áreas de producción cada dos años desde la fundación de su negocio, reconoce que el viaje de 10 días a Tanzania y Kenia —que nunca antes había visitado— le dio la oportunidad de reafirmar sus propios valores.

Cómo tomé conciencia de mi papel al estar en los cafetales

“No creo que pueda continuar con este trabajo por más tiempo sin conocer las zonas cafetaleras”. Llevo trabajando con el café desde que era estudiante universitario y no podía quitarme este dilema de la cabeza.

Como barista y tostador, estoy en el medio de la cadena de suministro que va desde el caficultor hasta el consumidor. A pesar de esto, no tengo la seguridad de poder brindar un producto adecuado al cliente si sirvo cafés sin conocer su origen. Por supuesto, no deja de ser café, pero siento que es algo sin contenido, y siento la vacuidad de estar transmitiendo solo la mitad de su valor original.

Para superar tales vacilaciones, la experiencia de permanecer durante tres meses en las áreas de producción —principalmente en Nicaragua (Centroamérica)— se convirtió en una gran pauta para decidir cómo debía ser.

Allá me hospedaba con unos 20 trabajadores en una finca con instalaciones de alojamiento, cortaba la maleza con un machete y esparcía fertilizante. Sin embargo, dado que no tenía experiencia trabajando en una finca caficultora, no había casi nada que pudiera hacer porque tampoco conocía el idioma ni la cultura locales.

Cuando me di cuenta de que la realidad estaba más allá de mi imaginación (el trabajo duro, los niveles salariales y las condiciones de vida), comencé a darme cuenta de que tenía que entender mi posición: tengo una familia en Japón y no puedo vivir aquí para siempre. Esta experiencia me hizo darme cuenta de que tengo que cumplir con mi papel de transmitir en Japón el trasfondo y el encanto del café.

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知っている人からコーヒーを買う

Después de volver a Japón, cuando fundé COFFEE COUNTY, comencé mi negocio con un estilo semi obstinado de manejar solo dos tipos de café de Nicaragua. Pensé que sería más sencillo vender el café de la finca a la que le compro directamente y transmitir su valor a la gente, y también creí que sería más convincente. No quería que la pureza se diluyera y necesitaba hacer cosas que otros no podían hacer. 

Esta postura también está relacionada con mis gustos personales. Cuando se trata de restaurantes —por ejemplo— en lugar de restaurantes que tienen de todo, soy el tipo de persona que va a locales que tienen ese fuerte encanto de servir solo ciertos platos porque tienen una absoluta confianza en ellos. Sinceramente, administrar el local fue difícil e intenté muchas cosas diferentes, pero mi personalidad optimista me apoyó y nunca vacilé.

Ahora, en el décimo año desde la fundación de mi negocio, tengo tres establecimientos y la cantidad de grano de café verde que manejo ha aumentado mucho, pero mi filosofía básica no ha cambiado. Compro en 4 o 5 países una vez que he visitado personalmente las fincas para conocer la personalidad de los productores y exportadores. Dicho sea de paso, no tengo preferencia en comprar a través de intermediarios o directamente a los productores.

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La empatía es lo que hace crecer las relaciones

Actualmente, empleo a unas 15 personas y tengo clientes regulares, por lo que, al comprar los granos de café verde, considero varios ángulos para dar con la mejor decisión, desde la calidad, el precio, las necesidades del cliente y la personalidad de los productores. Sin embargo, si hay un denominador común, sería la “continuidad”.

Incluso en la industria del café de especialidad, hay olas de moda y las líneas de venta cambian según la temporada.

Nos alejamos de eso o, mejor dicho, tratamos de no dejarnos llevar por las tendencias. Si continuamos brindando los mismos productos independientemente de las tendencias, los clientes se convertirán en fanáticos de los productores, lo que conllevará a esta continuidad.

En última instancia, nuestro negocio solo es posible cuando también hay personas en el lado de la producción que creen que las relaciones temporales no son buenas para todos. Teniendo como premisa una buena calidad como mínimo, si la cosecha es inferior a otros años, creo que es importante tener un espíritu empático y comprarles más caro de lo habitual.

Dependiendo del productor o exportador, hay personas que te miran con desdén como quien dice “te puedo vender si quieres”, y hay personas que solo piensan en el dinero desde el principio. Es cierto que es un negocio, por lo que obtener ganancias es fundamental. Sin embargo, entre alguien que dice “vendo al mejor postor” y alguien que dice “tú me dijiste primero que me comprarías así que mantendré mi promesa” yo quiero seguir haciendo negocios con este último. 

A través de este viaje, me di cuenta nuevamente de la importancia que tiene el tipo de personas con las que me relaciono. En Tanzania, por ejemplo, cuando vi la actitud sincera y amable del Sr. Leon, quien me compartió sus dudas y preocupaciones, sentí de una forma muy natural que quería comprarle.

Para crecer junto a este tipo de productores, necesitamos continuar existiendo como negocio equilibrando bien la calidad y la cantidad. Los productores que valoran las relaciones humanas son con quienes se tienen relaciones duraderas.

La responsabilidad de la misión nos mantiene unidos

Yo estoy interesado en el trasfondo, como en qué tipo de suelo y medio ambiente se produjeron los ingredientes, quién los cultivó y cómo. Soy una persona a la que le gusta desentrañar los secretos de la delicia. Para mí, este trabajo comenzó como una extensión de mi afición.

También quiero apreciar ese trasfondo en el café, y lo he venido transmitiendo a los clientes como un valor. Sin embargo, hubo momentos en que no sabía si era útil para alguien pensar de acuerdo a mis propios intereses y preocupaciones. Me preguntaba si acaso no me estaba volviendo autocomplaciente por obsesionarme tanto con el café. 

Por otro lado, creo que es increíble que eso se haya convertido en un negocio, y si en sí no fuera un trabajo, no hubiera continuado con él. A medida que crece la escala del negocio, inevitablemente hay más “deberes” que deseos.

Después de todo, al pensar que hay productores esperando a vender su café y que hay consumidores esperando para comprar su café, no puedo decirles que he cerrado y que este año no podré comprar mucho. 

En esta situación, en la que tengo a tanta gente detrás de mí, volver atrás no es una opción. Para mantener las relaciones humanas, tenemos el deber de hacer crecer nuestro negocio.