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El café traído gracias al canal: Panamá, el país que impulsó la variedad Geisha.

Hasta a donde alcanza la vista, en una perspectiva de 360 grados, lo único que se observa es el océano. Las vistas que se divisan desde la cubierta de los cruceros de pasajeros que surcan el inmenso océano son espectaculares. E incluso es aún más impresionante la imagen del sol surgiendo sobre el horizonte al amanecer. En el mar tropical del Caribe, la excepcional fuerza de los rayos del sol, cuando más asciende, irradia una luz solar de mayor radiación térmica. Si uno queda expuesto al sol, todo su cuerpo se quema como si estuviera aproximándose a una estufa. Pero beber el café, expuesto a los deslumbrantes rayos de luz, hace que surja la vitalidad en el ser. En esta ocasión, surcando el mar Caribe hacia el sur me dirigí a Panamá. Esta país es zona productora del legendario café de especialidad Esmeralda, considerado como el culmen del café de especialidad.

Los dioses que se aparecieron en una taza de café

Panamá se encuentra sobre la unión entre América del Norte y América del Sur. Por esto se suele confundir con un país alargado de norte a sur, sin embargo, la forma de Panamá es más bien de letra S en horizontal curvada de este a o este. El centro del país es recorrido por el canal de Panamá, mientras que en el extremo occidental de su Cordillera Central que se extiende hacia su oeste, se encuentra el volcán Barú, con una altitud de 3474 metros, desde el que se divisa la frontera con Costa Rica. Este volcán es el pico más alto de todo Panamá. El distrito de Boquete ubicado sobre la ladera oriental del volcán Barú es una famosa zona productora de café.

Fue en el año 2004, cuando la familia Peterson, gestora de la finca Esmeralda, corregimiento de Jaramillo, distrito de Boquete, saltó a la fama. Su café de variedad Geisha ganó la competición Best of Panama, y registró un precio inaudito de 21 USD / libra. En el año 2010, su precio ascendió hasta los 170 USD. Y en el año 2013, sus microlotes procesados de forma natural se llegaron a comercializar por 350.25 USD.

La leyenda de este café surgió en una competición en el año 2006. Un reconocido catador de café estadounidense expresó que “en el momento de saborearlo, aprecié el rostro de los dioses en el interior de la taza”. Estas palabras recorrieron el mundo de extremo a extremo. En español, este café se denomina Esmeralda. En el lenguaje de las joyas, la esmeralda se dice que atrae la buena fortuna, la buena suerte. Y desde luego, el café esmeralda le ha traído la felicidad a Panamá.

Antes de dedicarse al café, Price Peterson era un académico que se desempeñaba como profesor de neurociencia en una universidad estadounidense. En cierto momento, Price decidió dejar la universidad para irse a vivir al terreno del distrito de Boquete que su padre, expresidente de un banco, había comprado para retirarse tras su jubilación. En esta finca emprendió el cultivo de verduras y la lechería. En el año 1996, compró otra finca más, en la que junto con su hijo Daniel Peterson, recién egresado de la universidad, trabajaría el cultivo del café.

Primero, recorrieron a pie el recinto de la finca. En su recorrido descubrieron unos peculiares cafetos silvestres. Eran finos y largos cafetos de la variedad geisha. A pesar de que la apariencia de los cafetos era mala, y de que tenían pocos frutos, eran resistentes tanto al sarro, como a las fuertes corrientes de viento. Los Peterson observaron que estos cafetos estaban repartidos a lo largo de la finca. En este sentido, sin duda, queda patente la capacidad observadora de un investigador como Price Peterson. Estos cafetos plantados en una superficie de extremada pendiente, que habían resultado ser resistentes a las ráfagas de viento propias de los 1800 metros de altitud de la ubicación del cafetal, que otros árboles no eran capaces de aguantar, daban como frutos unas cerezas de café con un sabor espectacular.

Photo: Luis Salazar/Crop Trust

Del distrito de Gesha a la variedad Geisha

El origen variedad Geisha se remonta a las semillas de café descubiertas en el distrito de Gesha, en la región sudoccidental de Etiopía, por un diplomático inglés que se había dedicado a recoger muestras de cafés silvestres. Estas semillas fueron enviadas a África y América Latina. En el caso de Costa Rica fueron cultivadas desde la década de 1950 por su instituto de investigación de café. En cierta parte del trayecto, el café fue etiquetado como Geisha, que es el nombre que se ha asentado hasta la fecha.

En la década de 1960, un funcionario del Ministerio de Agricultura de Panamá en búsqueda de cafetos resistentes al sarro, trajo semillas de la variedad Geisha desde Costa Rica hasta Panamá, que distribuyó a las fincas vecinas. Sin embargo, la cosecha proveniente de los cafetos plantados fue escasa, insípida, y finalmente tras ser abandonada, se asilvestró. Lo más probable es que si la familia Peterson no hubiera descubierto los cafetos de Geisha de esta finca, hoy día siguieran abandonados.

Por cierto, en diversos municipios de provincia en Costa Rica también hay cafeterías especializadas en café de la variedad Geisha. El cafetal Brumas del Zurquí de Costa Rica, del que ya les hablé en el primer artículo de esta serie, comercializa café de variedad Geisha empaquetado con un diseño que presenta la ilustración de una geisha japonesa. Un interesante diseño señal del humor y de la ávida mente comercial propia de los países de América Latina.

Photo: Counter Culture Coffee

Los recolectores de las cerezas de café en los cafetales del distrito de Boquete son población indígena del pueblo ngäbe. En el pasado, los indígenas sufrieron una fuerte discriminación por parte del gobierno de Panamá, el cual les arrebató sus tierras. Sin embargo, en la década de 1980, los indígenas iniciaron un juicio, gracias al cual recuperaron el derecho de propiedad de sus tierras, e incluso lograron el reconocimiento de su territorio autónomo. La población estadounidense asentada en la zona les enseñó sobre la economía de mercado, y gracias a la colaboración mutua entre estadounidenses y la población indígena ngäbe, actualmente, producen café de excelente calidad.

En Panamá también hay otro pueblo indígena, los gunas. Este pueblo indígena es conocido por confeccionar a mano coloridas blusas llamadas molas. Estas blusas que superponen diferentes capas de telas teñidas de color, dejan visible la capa de tela inferior en la que se han trazado diferentes motivos como aves o flores. Los gunas celebraron protestas masivas en contra del gobierno a principios del siglo XX, con las que lograron el reconocimiento de su territorio autónomo. Esa es una región habitada por población indígena que quizás por su resistencia al sol tropical, también goza de una férrea expresividad artística y vitalidad.

Molas, blusas confeccionadas por los gunas con telas de distintos colores superpuestas, con motivos de aves, flores, entre otros.

Rudolph Peterson, padre de Price Peterson, fue quien originalmente compró el terreno en el distrito de Boquete. Él era originario de Suecia, Europa del Norte. Lo cierto es que la población que comenzó con el cultivo del café en Panamá eran principalmente europeos llegados para construir el canal de Panamá. Tras la conclusión del canal en el año 1914, muchos de estos trabajadores extranjeros decidieron no regresar a sus países de origen, y quedarse en Panamá. La población europea, en especial la del norte de Europa, es gran amante del café. La familia Peterson decidió alejarse del calor extremo de la zona del canal de Panamá, desplazarse al fresco y hermoso distrito de Boquete, y emprender en el cultivo del café. Cierto ingeniero noruego construyó una planta de procesado de café en el distrito de Boquete. Es decir, el canal de Panamá atrajo la industria del café al país.

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Deleite del café a bordo de la línea de ferrocarril transcontinental más corta del mundo

El canal de Panamá también es conveniente para la exportación del café panameño a Europa y Asia. El café es un bien el cual es rentable al ser exportado, pero para ello es necesario sufragar los gastos de transporte. Por mucho que el coste de producción del café sea bajo, las cifras económicas para hacerlo llegar al consumidor son enormes. El disponer de bajos gastos de transporte, reduce el precio de venta, lo que supone una venta comercial para el café panameño.

En Panamá también se desarrolló el sector bancario, que lo convirtió en un conveniente país para las transacciones financieras. Durante mi estancia en Brasil como enviado especial, me enfrenté con cierta problemática. El dinero que se me transfería desde Japón, solo podía ser retirado en la divisa local en los bancos de Brasil. Pero, para mis reportajes por América Latina necesitaba tener efectivo en dólares estadounidenses. Para mí, la única opción para retirar dólares estadounidenses era ir presencialmente hasta algún banco en Panamá. Por diversidad de motivos como este, muchas personas de toda América Latina visitaban Panamá.

También es frecuente observar buques que aunque son japoneses están registrados bajo la bandera de Panamá. Los impuestos a las embarcaciones en Panamá son bajos, de modo que si se registran bajo la bandera panameña logran reducir su carga fiscal. También las embarcaciones con bandera panameña pagan una tarifa menor por cruzar el canal de Panamá. Es por esto, que a pesar de no tener actividad real en el país, las empresas crean solo una empresa nominal en Panamá, la cual es propietaria de la embarcación. Esto es un modo de evasión fiscal por parte de las empresas navieras internacionales.

El buque en su avance es elevado como si estuviera en un ascensor. Año 2005, trayecto en buque por el canal de Panamá.

En la costa caribeña del canal de Panamá se encuentra la ciudad de Colón. La ciudad fue nombrada así en honor a Cristóbal Colón. Dentro de la zona de libre comercio, en una enorme franja del puerto cercada por una valla se apilaban los electrodomésticos transportados desde Japón y Estados Unidos.

Esta ciudad fue construida por Estados Unidos. En el año 1850, cuando se despertó la fiebre del oro de California, el gobierno de Estados Unidos construyó el ferrocarril de Panamá, destinado a aquellos estadounidenses que buscaban hacerse una fortuna en Panamá. Su longitud total es de 77 km. Esta línea de ferrocarril transcontinental fundada en el año 1855 es la más corta del mundo. La ciudad de Colón marca el origen de la costa caribeña de Panamá. Muchos de los trabajadores llegados de China murieron durante la instalación de las vías ferroviarias, a causa de la malaria y el sofocante calor. En los 5 años que duró la construcción, murieron más de 9000 personas. Se dice que equivale a un muerto por cada viga de madera a lo largo de la vía.

Zona de libre comercio frente al puerto de Colón. Año 2010, ciudad de Colón.

En el año 1984, que fue la primera vez que yo me subí a bordo de este tren, solo había una modesta pequeña estación, que no contaba ni siquiera con puertas de acceso, y las vías estaban cubiertas por la maleza. El tren, formado por una locomotora de diésel y 5 vagones, operaba en una frecuencia de cinco trenes diarios. Recuerdo que en mi viaje, solo íbamos a bordo del tren unas 30 personas, contando conmigo. En el avance del tren a lo largo de la vía, a través de las ventanillas abiertas, las altas ramas de la maleza se colaban en el interior del tren. En un trayecto de 1 hora 46 minutos, tras pasar 7 estaciones, llegamos a la estación de la costa del Pacífico.

En una posterior visita en el año 2010, fui testigo de las mejoras implementadas en los vagones y en la estación. La mayor parte del tráfico ferroviario se había convertido de uso para mercancías, quedando solo disponible un único trayecto diario ida y vuelta para pasajeros. El diseño de los vagones de pasajeros fue renovado a vagones con vistas panorámicas, y a los pasajeros se les daba de forma gratuita café. Los viajeros podían disfrutar del paisaje mientras degustaban su café. El tiempo de trayecto también se había reducido a 1 hora.

Ferrocarril de Panamá. Año 2010, ciudad de Colón.
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Fricciones con los Estados Unidos

La ciudad de Panamá, que se ubica en la costa del Océano Pacífico, es una urbe dominada por enormes rascacielos. Durante mi visita en el año 1999, presencié las protestas de la ciudadanía panameña. Era una acción de protesta en respuesta a la invasión de Panamá por parte del ejército de Estados Unidos hacía una década.
En diciembre del año 1989, el ejército estadounidense envió a más de 50 mil soldados a atacar la ciudad de Panamá. Los soldados del ejército estadounidense estacionado en la zona del canal de Panamá también entraron en acción, de modo que Estados Unidos devastó a las Fuerzas de Defensa de Panamá con el uso de su aplastante fuerza militar. La razón de la invasión era la participación del dictador panameño Manuel Noriega en el tráfico de drogas. El dictador Manuel Noriega trasladado a los Estados Unidos, fue condenado a una pena de 40 años de reclusión, que cumplió hasta su fallecimiento a la edad de 83 años en el año 2017. Pero por mucho que el gobernante de Panamá estuviera involucrado en estas acciones ilícitas, que Estados Unidos decidiera invadir un país tercero, y trasladar a su dirigente, fue una acción excesivamente violenta. La invasión estadounidense de Panamá fue causante de un gran número de muertos.

Estados Unidos no solo construyó la línea ferroviaria en Panamá, también se encargó de la construcción del canal de Panamá. O mejor dicho, antes del canal, Estados Unidos fue el responsable de la creación de Panamá como país. Anteriormente, Panamá era un departamento parte de Colombia. Estados Unidos, con el objetivo de obtener los derechos del canal de Panamá hizo que Panamá se independizara de Colombia, y con ello se hizo con el dominio de Panamá. Estados Unidos impuso al gobierno de Panamá la firma del Tratado Hay-Bunau Varilla, con el cual se otorgaba en perpetuidad el dominio a los estadounidenses sobre una franja que se extendía unos 8 kilómetros de ancho a cada lado desde donde se construiría el canal de Panamá.

Protestas de la población panameña en contra de las políticas del gobierno. Año 2001.

Posteriormente, el oficial del ejército y dictador Omar Efraín Torrijos Herrerabajo con la firma de los tratados Torrijos-Carter logró poner fin a la presencia estadounidense sobre el canal de Panamá. Él negoció con el entonces presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, hasta llegar al acuerdo de la devolución del canal de Panamá. Tras el fallecimiento del dictador Omar Torrijos en un enigmático accidente de avión, fue el oficial Manuel Noriega quien asumió el poder. Se rumoreó que incluso el oficial Manuel Noriega podría haber sido el responsable del asesinato de Manuel Noriega bajo una conspiración con los Estados Unidos.

En mi visita a Panamá durante la dictadura de Manuel Noriega, viví un triste episodio. Recuerdo que los panameños no tenían nada de lo que sentirse orgullosos. En cierto modo, al contar con los ingresos del canal, dependían prácticamente para todo de los bienes importados, sin dejar espacio para la creación de una industria nacional propia. Ni siquiera tenían una divisa independiente, sino más bien usaban los billetes de dólares estadounidenses. La población panameña no podía acceder ni al canal de Panamá ni al entorno de la base estadounidense, los cuales estaban cercados con alambre de concertina de seguridad. Lo único que se podía identificar como una muestra de soberanía era la enorme bandera nacional de Panamá que ondeaba sobre la montaña que divisa el canal.

Hasta que finalmente a finales del año 1999, el dominio del canal de Panamá y de sus orillas fue devuelto al país. El ejército estadounidense también se retiró por completo. Existían preocupaciones de que se produjeran accidentes con la gestión de los panameños del canal, pero lo cierto es que los accidentes se redujeron en comparación con la época estadounidense. Finalmente, se devolvió la sonrisa a los panameños.

En la costa del mar del Caribe de Panamá todavía queda un fuerte de la época colonial española. Año 2005, Portobelo.

Cruzar en buque el canal de Panamá

De nuevo me subí a bordo de una embarcación, en esta ocasión para cruzar el canal de Panamá. Debido a que son tantos los buques que desean cruzar el canal de Panamá a la vez, antes de entrar, los buques deben primero esperar en la costa. Finalmente cuando nos dieron el permiso de acceso al canal, ya estaba amaneciendo. El buque empezó a aproximarse a la entrada del canal. Delante de vista se presentaban unas enormes compuertas de hierro con un color negro rojizo de unos 25 metros de altos. Estas dos compuertas con un ancho de aprox. 20 metros y un grosor de aprox. 2 metros, abrían paso para que la embarcación continuara a la siguiente esclusa. Hacia delante se observaba cómo el canal de agua continuaba todo recto.

En los raíles de ambas orillas del canal había instaladas 4 locomotoras eléctricas a cada lado. Las cuerdas arrojadas desde el buque se anudaban a las locomotoras eléctricas, y bajo la señal de la campanilla como si se tratara de un tranvía, avanzaban las locomotoras eléctricas. El ancho del canal era de 33,5 metros. Es prácticamente el mismo ancho de un buque. Para que los buques no se golpeen con las paredes del canal, unas locomotoras eléctricas tiran lentamente de ellos.

Tras avanzar unos 5 minutos, el buque se detuvo. La siguiente compuerta de hierro estaba cerrada. Mientras tanto, detrás del buque, se cerró la compuerta que acababa de pasar. El buque fue encerrado en una esclusa de unos 305 metros de longitud. En las paredes y el suelo del canal hay de cerca de 100 orificios, a través de los cuales se llena de agua. Mediante el llenado de agua, a gran velocidad se eleva el buque. Es como si el buque entero estuviera subido en un ascensor. En menos de 8 minutos, el buque se había elevado una altura de 9 metros, equivalente a un edificio de 3 plantas. Llegado a este punto, se abrió la compuerta de hierro delantera, una vez más, tirado por las locomotoras eléctricas, el buque prosiguió a la siguiente esclusa.

Pasadas tres esclusas, el buque había llegado hasta el lago Gatún, a una altitud de 27,5 metros sobre el nivel del mar. Ese lago fue construido de forma artificial con el embalse del río Chagres por la represa de Gatún. Se escuchan los aullidos de los monos aulladores provenientes de la selva que rodea al lago. También se presencian perezosos colgados de las ramas de los enormes árboles de la selva tropical.

Hacia el interior del canal de Panamá atravesando las compuertas que se abren. Año 2017, trayecto en buque por el canal de Panamá.

Hacia delante en el lago se observan más compuertas. En esta ocasión, el buque descendió una altura equivalente a tres plantes. Tras haber atravesado el canal, el buque prosiguió hasta tener a la ciudad de Panamá a ambas orillas, ahora se presentaba un gigante puente de acero con forma de arco delante de mis ojos. Este era el puente de las Américas, un puente con una longitud de 1,7 kilómetros. Tras atravesar el puente, no nos encontramos con ningún otro obstáculo más a lo largo del canal. El Océano Pacífico se extiende hasta donde alcanza mi vista.

Para atravesar el canal de Panamá por completo tardamos 9 horas. Al haberme pasado todo el recorrido a lo largo del canal sobre la cubierta del buque, me quemé la piel con el sol, un sol tan abrasador que yendo más allá del bronceado, me dejó unas señales como quemaduras, que recuerdo quedaron en mi piel durante más de dos años.

Finalmente, llegó el atardecer. El sol poniente se oculta sobre el Océano Pacífico. En esta ocasión, pude observar la puesta de sol sobre el horizonte. Un imponente sol de marcado color rojo, cual la fruta de caqui, lentamente se ocultó bajo el horizonte, tiñendo el cielo del ocaso de un tono amarillo. El café que se degusta mientras se aprecia el sol del atardecer, calma el corazón y la mente. Mientras observo las estrellas en el cielo estrellado, me sumerjo en la melancolía de mis viajes.

Puente de las Américas. Año 2010, trayecto en buque por el canal de Panamá.

Periodista internacional

Chihiro ITO

Periodista internacional, nacido en la prefectura de Yamaguchi en 1949 y graduado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Tokio. De estudiante trabajó como voluntario internacional para cortar caña de azúcar en Cuba. Investigó al “pueblo romaní” —pueblo nómada de Europa del Este— como líder de la expedición de investigación de los “Gitanos” en la Universidad de Tokio. Se incorporó al periódico Asahi Shimbun en 1974, donde fue jefe de las oficinas de Sao Paulo, Barcelona y Los Ángeles. Fue miembro del equipo redactor fundador de la revista del mismo periódico: AERA, cubriendo la revolución de Europa del Este. Se jubiló en septiembre de 2014 y ahora es copresidente de la ONG “Grupo para Paz con Ticos y Ticas”. Hasta ahora ha hecho entrevistas en 82 países.
Su sitio web oficial es https://www.itochihiro.com/