COFFEEMAN good Yudai Hashimoto y su esposa Yuri

COFFEEMAN good

Yudai Hashimoto y su esposa Yuri

Uno no debe avergonzarse por ser pequeño. Que los aspectos verdaderamente importantes no caigan en el olvido.

COFFEEMAN good, una cafetería en la prefectura de Aomori, al norte de Japón, operada bajo el concepto de ser un lugar para la comunidad que una a personas a través del café. Lo cierto es que los dueños de esta cafetería a pesar de su trato a diario con el café, estaban preocupados por no sentirse conectados con los caficultores. Es por esto que, sin duda, para Yudai Hashimoto y su esposa Yuri viajar durante dos semanas a las zonas productoras de Bolivia y Perú, ha sido un evento decisivo que les ha generado una forma de pensar en positivo y les ha alentado a tomar nuevas acciones.

Aspirar a un crecimiento paulatino y prudente

Frecuentemente me hacen preguntas como “¿Qué consideras que es lo más importante para preparar un café delicioso?” o “¿A qué aspectos le das mayor importancia en el servicio a tus clientes?”, pero siempre me cuesta dar una determinada respuesta. Probablemente mi indecisión a la hora de responder se debe a que considero que todos los detalles son importantes en el trabajo de una cafetería.

Aunque desde siempre he intentado dedicarme a mi trabajo con la mayor seriedad, tras nuestro viaje con TYPICA Lab, lo que más ha cambiado en mí es que ahora trabajo dándole aún mayor importancia al café. Recuerdo que Carmelo Yujra de la Finca Senda Salvaje en Bolivia nos contó que desea seguir cultivando todos y cada uno de sus granos de café con gran mimo. Yo me siento totalmente identificado con esta forma de pensar. Es decir, yo tuesto todos y cada uno de los granos de café verde, dedicándoles todo mi amor.

Aunque ya de antes apenas lo hacía bajo un sentimiento de obligación por ser parte de mi trabajo, tras haber conocido en persona a los caficultores, mi  trabajo se ha vuelto aún más divertido, tanto que incluso a veces me olvido de que estoy trabajando (risas). Para mí, que mi trabajo me resulta entretenido ya solo con el hecho de tratar con los clientes, añadirle la conexión con los caficultores, lo convierte en algo aún más ameno. Tras regresar a Japón, pensando en que nuestros clientes también puedan sentir algo de esta conexión, hemos cambiado el diseño de algunos de los paquetes de café al rostro de sus caficultores.

Yuri: Antes era habitual que nuestros clientes eligieran el café según su país de origen, sin embargo, últimamente observamos un aumento de clientes que seleccionan el café por su caficultor, ahora nos lo piden indicando el nombre del productor en concreto. Y al contarles acerca de las historias de los diferentes caficultores, hemos recibido comentarios de que sienten más cercana su presencia, así que apreciamos que nos estamos acercando a una relación en la que el rostro de los caficultores se hace visible al consumidor.

Pero lo cierto, es que nuestra cafetería es muy pequeña, prácticamente la gestionamos solo entre nosotros dos. En el aspecto de darle importancia a los caficultores, nos sentimos obligados a seguir creciendo en escala, para aumentar nuestra cantidad de compra de café. Pero, por otro lado, tenemos miedo de que acabemos perdiendo el equilibrio entre la velocidad de crecimiento, el servicio y la calidad que ofrecemos, de modo que dejemos de priorizar a nuestros clientes más cercanos y al propio café. Es por ello, que para no acabar en esta situación, deseamos crecer de forma paulatina y prudente.

Me había rendido en crear conexiones

Una de las preocupaciones latentes que tenemos en común todos los tostadores es que “No sentimos nuestra conexión con los caficultores”. Sí que podemos obtener información sobre los caficultores a través de publicaciones impresas e internet, pero esta no es una conexión palpable y cercana. Sí que era consciente, en todo momento, de la problemática que tiene comercializar un café del cual desconozco sus productores y sus condiciones de vida.

Y bueno, lo cierto es que todos los años en eventos como los organizados por la Asociación de Café de Especialidad de Japón (SCAJ, por sus siglas en inglés), sí que había tenido la oportunidad de ver en persona a caficultores. Pero, por alguna razón, sentía miedo de hablarles, al no conocernos previamente. Por supuesto, que por un lado existe la barrera idiomática, pero también en el sentido de que la información y la cantidad de café que compramos nosotros es poca, yo mismo me estaba limitando a hablarles porque sentía que sería una molestia para ellos que yo les robara su tiempo. Al mismo tiempo, yo sentía una enorme envidia por los tostadores japoneses que conversaban amistosamente con los caficultores.

Es por esto, que me sorprendió enormemente el trato tan cercano, como si fuéramos amigos de toda la vida, que recibí al reencontrarme con los caficultores de Bolivia, a quienes conocimos en el viaje y en su visita a Aomori, tanto en el Encuentro Internacional de Café organizado por TYPICA del 11 al 14 de octubre, así como en el evento de la Asociación de Café de Especialidad de Japón. Ha sido gracias a ellos por lo que he logrado acabar con mis prejuicios de que los caficultores solo están interesados en trabajar con tostadores grandes.

En relación con esto, Gabriela de la Finca Isabel nos contó lo siguiente: “Yo gestiono un cafetal muy pequeño. Pero, aun así, hasta ahora nunca había estado conectada con pequeñas cafeterías. Es justo por esto que a mí me hace enormemente feliz, tener la oportunidad de escuchar las opiniones reales de los baristas y los trabajadores que trabajan en esas cafeterías pequeñas”.

Pensándolo bien, que los caficultores de Bolivia nos aceptaran a una cafetería tan pequeña como nosotros, y nos atendieran con tan acogedora hospitalidad, haya sido probablemente porque ellos mismos no se sienten correspondidos con un mundo en el que lo habitual es que se priorice todo lo grande.

Por otro lado, creo que mi esposa Yuri se siente en deuda con los caficultores en otros aspectos. Nosotros comenzamos juntos con la cafetería desde cero, sin tener experiencia en el café ni en el trato al cliente, por lo que creo que ella, al enterarse de la noticia de que viajaríamos a un país productor, la recibió con cierta incredulidad.

Yuri: Durante nuestra visita a Bolivia y Perú hubo varias veces en la que se me saltaron las lágrimas de la emoción. La primera vez fue cuando visitamos la casa de Nassia. Nos dio una cálida bienvenida, sorprendiéndonos con música y baile tradicional, así como nos preparó comida, a mí me hizo enormemente feliz que a ella le alegrase tanto nuestra visita.

Por ciertos motivos personales, yo solo pude participar el último día de los eventos que se celebraron entre el 11 y el 14 de octubre. Pero, parece ser que durante esos tres días en los que me ausenté, todos preguntaron por mí y se preocuparon por lo que me había pasado. Y cuando finalmente participé en la última jornada de los eventos, todos se alegraron mucho, lo que a mí también me hizo muy feliz.

Spacer

El futuro cambia con solo dar un paso hacia delante

El momento más inolvidable para mí en este viaje fue una experiencia que vivimos en Perú. En Perú visitamos el cafetal gestionado por una mujer llamada Susy. Este era un cafetal en el que yo estaba interesado desde hacía tiempo. Ellos producen un café que dos años antes habíamos comercializado en nuestra cafetería, el cual gozó de un gran éxito entre los clientes.

Sin embargo, hace un año dejó de estar disponible en la lista de ofertas de café, algo que me pareció algo raro. Aun así, no le di mayor importancia, ya que pensé que al fin y al cabo producen café de especialidad, que seguramente, al igual que los caficultores que conocimos en Bolivia, se encontrarían trabajando alegremente con ambiciosos deseos de mejora.

Pero, al llegar a su cafetal, nos dejó impactada la realidad que vimos. En comparación con Bolivia, el estándar de vida de los caficultores era aún más bajo y no contaban con los equipos necesarios. Como la calidad de su café no es estable, los ingresos de los caficultores no logran estabilizarse, de modo que tampoco pueden tener expectativas de una mejora en su estándar de vida. Probablemente, estos problemas en sus condiciones de trabajo, fue la razón por la que sentimos la actitud de Susy como si estuviera alerta en todo momento. 

Tras preguntarle mucho al respecto, nos enteramos de que la causa de que el año anterior no nos pudieran ofertar su café, fue una bajada de calidad, provocada por una falta de camas para el secado de los granos de café verde. Es decir, no tuvieron dinero para comprar las camas de café necesarias (de un precio estimado de aprox. 500 USD). Al conocer esto, yo no pude sino inmediatamente, ofrecerle el dinero necesario para comprar las camas para el secado del café, y alentarle a que juntos produzcamos un café delicioso.

El rostro de Susy, que había permanecido triste hasta ese entonces, se animó de forma instantánea y nos dijo: “Hasta ahora, incluso aunque quisiéramos comprarlo no éramos capaces por nosotros solos. Me hace inmensamente feliz esta oferta de ayuda”. Al darnos la mano en señal de promesa de que trabajaremos juntos por un futuro mejor, sentí cómo coincidían nuestras formas de pensar, así como surgió en mí la determinación de trabajar para cambiar esta realidad.

Aunque en este viaje solo nos dio tiempo a conocer a caficultores de Bolivia y Perú, gracias a esta experiencia, ha despertado en mí el interés en conocer aún más sobre los cafés del resto de caficultores con los que trabajamos en nuestra cafetería.

En el Encuentro de Café Internacional, en el que participaron caficultores de 22 países diferentes, charlé con Fikri de la Finca Java Frinsa Estate, así como con Nadine de Primavera Coffee, a quien le hemos estado comprando café los últimos tres años. De modo que ahora ya soy capaz de aproximarme a los caficultores, algo que para mi yo del pasado parecía totalmente imposible.

Tras haber experimentado por mí mismo la felicidad de poder conectar directamente con los caficultores, deseo que el resto de tostadores también puedan sentir esta misma felicidad. Y lo cierto, es que mientras pensaba sobre esto, de casualidad, me encontré en el recinto del evento de la Asociación de Café de Especialidad de Japón a un tostador de Aomori, quien se alegró muchísimo cuando nos tomamos todos juntos una fotografía con los caficultores de Bolivia. Este tostador me reveló que él, por sí solo, sentía una barrera a la hora de aproximarse a los productores. Es decir, era completamente igual que mi yo del pasado.

Ahora, me gustaría darle mayor importancia al café de los caficultores que hemos conocido en persona y con los que hemos conectado en este viaje, así como compartir sobre ellos a las personas de nuestro entorno. Los tostadores locales de nuestra localidad nos preguntan frecuentemente sobre cómo nos fue en nuestro viaje a las zonas productoras de café. Pero, sin duda, lo ideal sería viajar con ellos a Bolivia y Perú. Si esto se hiciera realidad, la comprensión de todo lo que hay detrás del café seguirá avanzando y se ampliarán aún más los dominios del café.